Jamás olvidaré cuando una amiga me dijo que además del día de mi boda, el año previo iba a ser muy especial. Ella me compartió cómo había disfrutado la búsqueda del vestido perfecto, las tantas charlas que había tenido con su novio y cómo había vivido el día antes de la fiesta. Me entusiasmó tanto la idea que a partir de entonces decidí disfrutar así de cada momento, con la plena consciencia de que se trataba de momentos únicos en mi vida.
Hoy puedo recordar todo ese tiempo con mucha alegría. Recuerdo sobre todo el que compartí con mis seres queridos. Todas las comidas, cenas, desayunos, cafés y llamadas por Skype dedicadas a invitar a mi familia y amigos a nuestra boda. Todas las risas, los buenos augurios, los brindis. Decidir hacer una fiesta de boda es elegir un camino lleno de felicidad compartida y de muestras de cariño constantes; pocas veces en mi vida me he sentido tan contenta.
Mientras escribo estas notas, recuerdo la llamada de esta tarde con mi madre, quisimos pensar en lo lindo de la vida y no pudimos evitar recordar toda nuestra travesía para llegar a la boda. Es por ello que te quiero hacer esta recomendación, vive más que nunca el momento presente. Mucho te dirán que el día de tu boda se pasa muy rápido (lo cual no es del todo cierto), pero si piensas que se trata no de un día sino de un Año, te prometo que la satisfacción será aun más grande.
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